Evelyn Aixalá

Página personal de Evelyn Aixalá, mediadora de lectura y escritora de cuentos infantiles.

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La montaña de libros más alta del mundo

July 31, 2019 by Evelyn Aixalá

Con este título y sabiendo que su autora era Rocio Bonilla, debo decir que recibí al libro con muy buena predisposición. Por suerte, no me defraudó en lo más mínimo. Lo cerré y me dije: “Si eres mediadora de lectura, no puedes no tenerlo”.

La mamá de Lucas, el protagonista de este libro, es una gran lectora y mejor mediadora.
Su hijo se había empeñado en volar. Ya había probado todas las alas habidas y por haber, pero todos sus intentos habían resultado fallidos. Estaba de punta con Santa Claus, con las velas del pastel de cumpleaños y con el mundo en su totalidad porque su deseo nunca se hacía realidad, hasta que descubrió que leer también nos hace volar. Se volvió adicto y leyó, leyó y leyó sobre una montaña enorme de libros con los que viajó y descubrió nuevos mundos que ningunas alas le hubieran permitido conocer.
El libro está lleno de referencias intertextuales que nos transportan a grandes obras de la literatura infantil: El Principito, El libro de la selva o King Kong, entre otras. De este modo, las ilustraciones de Rocio, con una hermosa paleta en tonos pastel, nos hacen volar con Lucas y por momentos podemos percibir el aire fresco en el rostro sentados sobre esa gigante montaña de libros.
Finaliza la historia y nos esperan unas guardas de gorriones pintados a lápiz que son una delicia. Una cuidada edición de Algar de un libro que ya va por su cuarta edición.

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Poemas para releer siempre

December 9, 2019 by Evelyn Aixalá

La poesía infantil suele ser ese género que todos alabamos (escritores y mediadores), pero con el que pocos se atreven. No es fácil decir tanto en tan solo unos versos, por eso también creemos que solo unos pocos privilegiados serán capaces de comprenderla. Ojalá más libros como el que voy a reseñar hoy puedan romper ese mito. 

“Poemas para leer en un año” se compone de  23 creaciones: un haikus para cada día de la semana, un tankas para cada una de las estaciones del año y un limerick por mes. Todos ellos, un desafío de síntesis y profundidad. 

 Su autor, Horacio Cavallo, ese poeta al que su madre soltó en la tierra el último día de 1977, claramente consigue llegar al lector con un lenguaje directo y muy visual que al mismo tiempo juega con metáforas e imágenes sutiles, como esos niños dragón que, en invierno, desprenden humo por la boca o esos ojos de peces que tienen los enamorados. 

Se trata de 23 poemas que nos divierten, nos conmueven, nos devuelven a nuestra infancia, nos dibujan una sonrisa y nos dejan con un pensamiento que nos invita a releerlos.

Pero este libro no sería lo que es sin las ilustraciones de Matías Acosta, el sanducero que, a partir de un estilo mínimo, con formas simples que se repiten sin ser nunca las mismas, logra decir mucho más de lo que se ve a simple vista. A partir de la técnica digital, imitando las imperfecciones propias del grabado, con una paleta de colores vivos pero no demasiado intensos, completa el texto trascendiendo las palabras y nos transporta a un tiempo, un clima, una sensación que nos hace detenernos en cada poema antes de pasar al siguiente.

Una hermosa edición de la editorial Calibroscopio con un tándem que no es la primera vez que trabajan y publican juntos.

Dice uno de los tankas: “Lo peor del verano es que siempre termina”. Lo peor de este libro, también.

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Derrocar muros

November 29, 2019 by Evelyn Aixalá

Ratoncita vive en una ciudad envuelta por un gran muro rojo. Nadie sabe por qué se construyó ni desde cuándo está ahí, pero se han acostumbrado a vivir con él y no quieren hacerse demasiadas preguntas. Todos los animales están convencidos de que ese muro los protege y que del otro lado, un lugar que intuyen sombrío, se esconde el peligro, lo desconocido.

Sin embargo, Ratoncita es curiosa y no le sirven las respuestas que le dan porque ella quiere saber qué hay más allá. Lo descubrirá gracias al vuelo de Pájaro Azul quien le transmitirá una de las mejores enseñanzas que he leído en los últimos tiempos en un libro de literatura infantil: la gran mayoría de los muros los construimos nosotros mismos y nos impiden conocer cosas maravillosas que nunca soñamos que existieran. Por eso, los colores grises y las formas rectas se convierten, al cruzar el muro, en un mundo lleno de color y fantasía, un bosque que destila vida y que nos invita a derribar los muros del miedo. 

El libro está escrito e ilustrado por  Britta Teckentrup, autora alemana reconocida internacionalmente y nacida hace cincuenta años, y publicado por la editorial Nube ocho. Quizás por su origen y su historia, una no pueda evitar, en tiempos tan convulsos y con mirada de adulto, relacionar este muro con el de Berlín, pero también con la política del miedo actual en Europa o en Estados Unidos. 

Lo fabuloso de esta lectura es que el animal más pequeño y, por tanto, más indefenso, es el único capaz de dejar a un lado sus miedos para enfrentar lo desconocido. Y también podríamos darle una lectura en clave de género porque se trata de una ratoncita hembra, valiente y empática, que regresará para compartir su descubrimiento aun con el riesgo de no ser escuchada. Y será cuando regrese que sucederá algo extraño que le dará la respuesta a todas sus preguntas. No voy a desvelar qué ve Ratoncita al regresar, pero esa imagen disparará decenas de preguntas: ¿Ser feliz es no preguntarse como zorro? ¿Cuántos osos infelices que han perdido su rugido nos rodean? Y la más importante:¿Por qué no escuchar más a menudo a los más pequeños? 

Hacen falta más ratoncitas que nos abran horizontes y nos permitan ver con nuevos ojos la realidad. 

Filed Under: Reseñas Tagged With: álbum ilustrado, Britta Teckentrup, literatura infantil, muro, nube ocho, Ratoncita

Otto y Kimoti

November 1, 2019 by Evelyn Aixalá

Otto y Kimoti es una historia de empatía, de comprensión, de amor hacia el nuevo y diferente. 

Otto es un pequeño hipopótamo, víctima de un tsunami, que no consiguió llegar hasta la orilla junto a su familia y quedó flotando como un corcho hasta que lo rescataron unos pescadores. Estos  trataron de devolverle la alegría de vivir sin mucho éxito ya que las otras mamás hipopótamo no lo querían. Sin casi esperanza, lo acabaron dejando en un paraje junto a una tortuga gigante, Kimoti. Será ella, que a sus 120 años sabe muy bien que “solo con amor y paciencia se llega lejos”, quien conseguirá que Otto deje de sentirse triste y solo.  

Atraída por los nombres, descubrí que el nombre alemán Otto significa riqueza, y Kimoti,en japonés, significa sentimiento que, sin duda, es lo que esa tortuga destila por cada uno de sus poros.

La historia, escrita por la argentina Sandra Siemens e ilustrada por Cecilia Varela, la publica la editorial Del Naranjo. 

La ilustradora consigue, gracias al colorido de sus imágenes, transmitirnos el poder de la naturaleza, tanto por su violencia como por su paz. Caben destacar las flores rojas casi infantiles que llenan de alegría sus páginas así como las expresiones en el rostro de los personajes. 

Otto y Kimoti nos llega al corazón porque esos animales podríamos ser nosotros: migrantes, víctimas de una catástrofe, humanos que muchas veces nos sentimos solos en un entorno displicente que nos ignora. 

El broche final es saber que se trata de una historia real sucedida en Kenya durante el tsumani de 2004. Cuando el pequeño lector lo descubre, reina el silencio y sus ojos parecen estar a punto de salírsele de las órbitas. 

Una historia sencilla pero de una profundidad magnífica.

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Mi abuelo pirata

October 1, 2019 by Evelyn Aixalá

No sé cuántos de ustedes habrán visto esa obra maestra del cine llamada Cinema Paradiso. Es escuchar su música en esa maravillosa escena final, sin siquiera haber visto la película,  y los ojos se me empiezan a llenar de lágrimas. 

Lo mismo me sucede con este emotivo álbum ilustrado llamado “Mi abuelo pirata”, escrito por Laia Massons e ilustrado por Zuzanna Celej.

Llego a la imagen en que Roger, el nieto, abraza al abuelo, y empiezo a sentir cómo las lágrimas entibian mis ojos, y extraño al abuelo que ya no tengo. 

Este cuento nos habla, con una gran dosis de sensibilidad, de la relación de dos nietos y su abuelo, un gran contador de historias, y de cómo deben enfrentarse a un momento en la vida en que los roles cambian y van a tener que ser ellos quienes le cuenten a él. 

En una paleta en tonos ocres, grises y azules, la ilustradora juega con esos dos mundos: el real y el imaginado. El lugar de encuentro de los personajes es el apacible banco del parque, y debajo transcurre un mundo imaginario de sirenas, medusas, pulpos y barcos pirata. 

El trazo limpio y la calidez de la paleta de Zuzanna Celej, la misma que ilustró El mapa de los buenos momentos, nos transmite la paz que necesita esta historia.

Un álbum para compartir nietos, abuelos y padres, sin miedo a enfrentarnos a nuestros sentimientos. Porque, como dice Andruetto, los buenos libros nunca son cómodos. 

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Soy Evelyn

Mi nombre es Evelyn y soy una lectora empedernida. Crecí en Barcelona, pero hace varios años que vivo en Uruguay, concretamente en la Ciudad de la Costa.
Mi pasión por la lectura y la escritura nació allá por el año 1980 cuando apenas con seis años me regalaron el primer libro del que tengo recuerdo y que todavía conservo, una antología de cuentos de Andersen entre los que estaba el que fue mi cuento preferido durante mucho tiempo: Ole cierraojos.
¿Quieres saber más de mí?

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